Las calderas de gas son muy solicitadas en el mercado, por varios motivos. Entre ellos: alta eficiencia energética, menos emisiones contaminantes, facturas más bajas, emiten menos ruidos y menos contaminación, menos residuos de combustión (humo y hollín) y menos malos olores. Pero no todas las calderas de gas funcionan con el mismo combustible. Las hay que funcionan con gas natural, y las hay que funcionan con los llamados GLP (Gases Licuados del Petróleo), es decir, butano o propano. En el presente artículo podrás conocer la diferencia entre butano y propano, y podrás responderte algunas preguntas tales como: ¿Qué es mejor: butano o propano? ¿Hay que cambiar el regulador para pasar de butano a propano? ¿Se puede usar propano en vez de butano?
El propano y el butano, siendo dos derivados del petróleo, tienen semejanzas y diferencias. Ambos son gases relativamente atóxicos, incoloros e inodoros (su olor desagradable característico procede de que se les añade metil mercaptano por motivos de seguridad, para detectar pronto cualquier fuga). Ambos se comprimen hasta volverlos líquidos para su comercialización, e incluso su composición química es muy semejante: butano (C3H8) y propano (C4H10). Y siempre se comercializan mezclados: los envases de propano tienen 80% de propano y 20% de butano, y viceversa. Los envases de ambos suelen ser pequeños, aunque el propano puede estar en exteriores en envases mucho más grandes.
No obstante, existen ciertas diferencias básicas entre butano y propano. Por ejemplo, el butano deja de fluir más pronto cuando hay heladas, no se recomienda que sus depósitos queden a la intemperie (y por lo tanto no pueden ser depósitos grandes). Esto implica reservas caseras de menor volumen, lo que significa una mayor dependencia del usuario con respecto al proveedor de combustible. Además, el butano sólo calienta de manera óptima espacios más bien domésticos, no amplios o comerciales.
En cambio, el propano sí puede quedar a la intemperie porque no se congela fácilmente (es el motivo de que el propano se use más en zonas de heladas), lo que favorece mayores depósitos de reserva emplazados en el exterior y por ende menor dependencia del usuario con respecto al proveedor de combustible. Se recomienda usar propano cuando se necesita dar calefacción o agua caliente sanitaria a espacios del sector comercial, o en todo caso a espacios más grandes que los del ámbito residencial.
Pero las diferencias entre ambos GLP (gases licuados del petróleo, esto es: propano y butano) no son tan grandes como las diferencias que existen entre los GLP y el GN (gas natural). En términos de poder calorífico no hay tanta diferencia entre propano o butano como la que sí hay entre estos con respecto al gas natural: los GLP tienen un mayor poder calorífico, lo que (junto con otros derivados del petróleo, como el gasoil) los sigue manteniendo a la cabeza como combustible más usado para calefacción y agua caliente sanitaria en España (hasta el 48 % del total de combustible).
El gas natural o GN tiene diferentes denominaciones en función de su elaboración y de su uso. Así tenemos:
Pero en todos los casos se trata del mismo gas en distintas presentaciones, generadas mediante la alteración de los parámetros de temperatura y presión por parte del fabricante. Otro tanto ocurre con los GLP, que también pueden cambiar de denominación en función de la presentación que decida darles el fabricante por motivos de seguridad, envasado y transporte. Así tenemos:
Como lo indica su nombre, el gas natural se obtiene directamente de la naturaleza mediante perforación en yacimientos fósiles, aunque también se puede elaborar a nivel industrial. Se compone de metano hasta en un 90 a 95 %, y de otros elementos. Según el origen de donde se haya extraído, puede contener porcentajes variables de hidrocarburos más pesados (etano, propano, butano, etc.) y de otros tipos de gases (nitrógeno o dióxido de carbono). Por otra parte, los gases licuados de petróleo (GLP) son productos artificiales, y también como su nombre indica, se obtienen mediante procesado (destilación) de petróleo.
El gas natural se mantiene siendo gas hasta muy altas presiones (hasta 250 bar), por lo que es trabajoso y costoso llevarlo a estado licuado para poder almacenarlo. Más bien se utiliza desde el suministro público en el sector doméstico, y en caso de que haya que comprimirlo para licuarlo, se requerirá tanta presión, que harán falta tanques de materiales fuertes y pesados, o sea, costosos. Por su parte los GLP se licúan con bastante facilidad y bajo coste (a aproximadamente 10 bar ya se vuelven líquidos), por lo que se almacenan y transportan de manera más simple, y los depósitos serán siempre más ligeros y menos costosos.
La ventaja principal de los gases licuados de petróleo es que aportan un mayor poder calorífico por cada unidad de volumen de combustible. Pero debido a su comportamiento físico-químico son considerados menos seguros que el gas natural: los gases derivados del petróleo son más densos que el aire, tienden a descender y no se disipan con facilidad, mientras que el gas natural es menos denso que el aire, tiende a ascender y se disipa con mayor facilidad, sea mediante ventilación artificial o natural (en casos de fuga se disipa prácticamente por sí mismo).
El poder calorífico del gas natural es comparable al de, por ejemplo, la gasolina; pero nunca se compara con el poder calorífico de los gases licuados del petróleo, que son capaces de producir mayor cantidad de calor usando menos energía. No obstante, el gas natural tiene otras ventajas: el suministro es central y normalmente es ininterrumpido, es un combustible más barato que el gasoil o el propano, pagas la factura al final del mes luego de haberlo consumido, no se procesa (se consume tal como se extrae del yacimiento), y su combustión no produce demasiados gases contaminantes. Pero a pesar de todo, los GLP siguen siendo los más usados en España.
En general, en términos de seguridad el GN se lleva la palma, pero en términos de poder calorífico se la llevan los GLP, ya sea que se trate de propano o butano. Pero veamos con más detalles las diferencias y semejanzas entre el butano y el propano. Hagamos una comparativa en forma de ventajas y desventajas, para notar mejor los contrastes.
Hablemos ahora con detalle acerca de las diferencias entre propano y butano, y sobre las ventajas y desventajas de uno con respecto al otro.
Coste semejante del combustible: El precio del butano es relativamente el mismo que el del propano, si bien se requiere más cantidad de combustible para generar la misma cantidad de calor.
No recomendable en regiones de heladas: El criterio más socorrido es el de que la temperatura de congelación del butano es mucho más alta que la del propano. Se dice que apenas a 0 °C ya el butano empieza a congelarse (a veces incluso a 2 ó 3 grados), lo que significa que puede perder su condición líquida muy pronto cuando las temperaturas son bajas, dejar de fluir por el circuito e interrumpir la calefacción y/o el agua caliente sanitaria cuando más se les necesita. Sin embargo, esta explicación no es del todo exacta (aunque los efectos son los mismos). La verdadera explicación de que a temperaturas bajas el butano deje de salir del tanque, no es que se congele a 0 °C (su verdadera temperatura de fusión es de -140 °C). Pero a -2 °C la presión del butano se iguala con la presión atmosférica, la botella deja de tener presión y el gas deja de fluir hacia afuera.
No hay uno de estos gases que sea mejor que el otro. Todo depende. Digamos que lo más común es usar butano. La mayoría de los equipos de calefacción modernos vienen diseñados para poder funcionar lo mismo con propano o butano, o incluso con gas natural, porque en la práctica estos gases son todos muy semejantes desde el punto de vista físico-químico.
El manual de instalación y uso del equipo de seguro traerá indicaciones muy precisas sobre qué adaptaciones (especialmente en cuanto al regulador de gas) habrá que hacerle a la caldera, calentador o estufa según el tipo específico de gas que vayas a utilizar. Pero fuera de esto, la caldera y el quemador pueden ser los mismos independientemente del tipo de gas.
Las normativas actuales sobre eficiencia energética tampoco establecen prioridades o jerarquías entre estos gases en tanto fuentes de calefacción, o al menos no lo hacen de manera explícita. En resumen, ¿qué es mejor: butano o propano? La respuesta es que depende de dónde vivas, de las condiciones climatológicas de tu región, del lugar al que necesites darle calefacción, e incluso de la disponibilidad de combustible con que cuentes. Lo mejor será que investigues y, principalmente que pongas tu caso en manos de especialistas para que te sugieran casuísticamente qué tipo de gas te conviene más utilizar.
Claro que sí, se puede usar propano en vez de butano. Como venimos diciendo, el propano tiene algunas ventajas tales como su mayor resistencia a la congelación frente a temperaturas muy bajas, y su poder calorífico relativamente mayor al del propano, ideal para calentar espacios más amplios.
Es cierto que la instalación de propano puede ser más costosa que la de butano, y por eso no es lo más común usar propano en vez de butano. Pero eso no significa que sea desaconsejable o imposible. Sólo debes cerciorarte de que en donde vives no sean frecuentes las heladas.
Además depende de si vas a darle al combustible un uso puntual o continuado. Las bombonas de butano son pequeñas y te obligarían a renovar suministros continuamente, mientras que las de propano pueden ser grandes, incluso depósitos, y te ofrecen la ventaja de acopiar grandes reservas en un solo reabastecimiento.
Las estufas catalíticas de gas no usan quemador y producen una llama mínima, por lo que básicamente representan un ahorro energético con respecto a estufas que utilizan otros tipos de tecnología con el mismo combustible. El sistema de las estufas catalíticas se basa en calentar lo que se denomina “panel catalítico” para generar el calor, producto de lo cual lanzan el calor “hacia delante”, no “hacia arriba” como otros tipos de caldera.
Algunos no recomiendan estufas catalíticas para calefacción en espacios grandes, ya que en esos contextos no alcanzan su máximo rendimiento. Más bien son ideales para calentar habitaciones de dimensiones reducidas o no muy grandes. En estos casos sí que se notan todas sus ventajas (calienta más rápido con menos gasto) y se minimizan las desventajas (genera olores que se eliminan mediante algún tipo de ventilación).
Las estufas catalíticas pueden venir preparadas para funcionar con cualquiera de los dos GLP, sea butano o propano, aunque con tarados específicos para cada uno (el manual de instrucciones dará los detalles sobre cada calibración). Pero muchas personas se preguntan si es mejor usar butano o propano para una estufa catalítica. La respuesta es que básicamente no hay diferencias.
Podemos decir que, con respecto a las estufas catalíticas, en la práctica no hay ninguna diferencia entre butano y propano. Sí pudiera haber alguna diferencia de comportamiento entre propano o butano según la geografía y las condiciones climáticas del lugar donde se viva, pero no en cuanto al funcionamiento de la caldera en sí.
La base de esta diferenciación es que el depósito de propano tiene una temperatura de congelación más baja (es decir, resiste temperaturas más bajas sin llegar a dejar de fluir), y por eso en regiones donde son frecuentes las heladas no se recomienda el uso de butano sino el de propano.
Hay una pregunta importante que hacer a la hora de elegir entre butano o propano: ¿Hay que cambiar el regulador para pasar de butano a propano? En otro artículo hablaremos con más detalle sobre este tema. Pero veámoslo aquí de manera general.
Es estrictamente necesario cambiar de regulador siempre que cambies de tipo de gas. Esto mantendrá el equipo funcionando en términos seguros y evitará cualquier accidente. Con cambiar al regulador adecuado ya habrás adaptado el equipo al nuevo combustible gaseoso.
No es necesario cambiar de caldera ni de quemador siempre que se quiera cambiar el combustible, sea cambiar de gas natural a gas licuado de petróleo, o sea cambiar de butano a propano. Pero sí es necesario cambiar siempre el regulador, lo cual da por sentado que siempre que uses gas de cualquier tipo como combustible de calefacción, debes utilizar un regulador.
Para cambiar de gas debes cambiar siempre de regulador. Cada tipo de gas se elabora con una presión de almacenamiento específica, y el regulador funciona como intermediario entre el depósito de gas y el equipo de calefacción. Siempre que se instale el regulador con el tarado que recomienda el manual del fabricante del equipo para cada combustible, no habrá problema alguno al cambiar de tipo gas.
No obstante lo dicho hasta ahora, hay que añadir que hay fabricantes que desarrollan reguladores capaces de adaptarse por igual a propano o butano. Debes recurrir a personal técnico para saber qué tipo de pieza es la que tienes y si es la que te conviene. Un equipo de calefacción de gas puede utilizar butano o propano por igual, sin que sea necesario modificarlo sustancialmente. La única diferencia será el tarado del regulador. Mientras para el butano se debe regular a 28-30 mbar, para el propano se debe regular a 37 mbar (para lograr generar una llama similar).
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