Durante los meses de otoño e invierno, un técnico puede llegar a recibir una media de diez solicitudes al día para reparar calderas de gas que no funcionan de manera correcta. Todas las llamadas llegan además con la urgencia de tener un domicilio, oficina o local sin agua caliente ni calefacción. Esta situación obliga al técnico a trabajar a contrarreloj, con la presión de querer llegar al final de su jornada con todas las solicitudes resueltas.
Hoy queremos repasar en nuestro blog los errores que no se pueden cometer cuando reparamos una caldera de gas, para conseguir un trabajo eficaz y la mayor satisfacción posible del cliente.
Realizar un mal diagnóstico
El primer error a evitar será siempre realizar un mal diagnostico de la avería. Si al encender la calefacción de una vivienda la caldera se apaga, puede ser tanto por un fallo en el termostato como en la tarjeta electrónica, extractor de humos, ventilador o por otros motivos indirectos, como que el termostato se haya quedado sin pilas.
La experiencia del técnico ayudará a que el diagnóstico se haga de una manera rápida, intuitiva y acertada. Pero las prisas pueden provocar todo lo contrario: no dar con el origen real de la incidencia y tener que regresar al domicilio con el consecuente enfado del propietario.
Entre los orígenes del fallo, puede estar también la necesidad de cambiar el quemador de gas de la caldera. Es poco probable pero no viene mal recordarlo para contemplarlo durante el diagnóstico.
No revisar bien las fugas tanto de agua como de gas
Si durante la reparación de la caldera se repara una pieza hidráulica, no se debe abandonar nunca la vivienda sin revisar antes la existencia de posibles fugas. Si no se realiza esta operación con cuidado, puede que se tenga que regresar más tarde con la pérdida de tiempo extra que genera.
Si se ha manipulado la válvula de gas, se corre el riesgo de cometer el mismo error. Para evitarlo, basta trabajar con un manómetro de presión o un detector de fugas con el que se repasarán los tramos de tuberías de gas y la propia válvula.
No dar con el origen del mal funcionamiento de la válvula de seguridad
Si la válvula de seguridad gotea puede también que sean muchas sus causas. Un error habitual puede ser no dar con el origen de esta incidencia. Así, toca repasar que el vaso de expansión funcione de manera correcta, que no se haya hinchado, ni tenga baja la presión o esté pinchado. También puede ser que la llave de llenado esté rota y, por eso, el agua circule de manera continua, lo que exigiría reparar la llave de inmediato.
Lo sabemos, no hay una única razón para cada error.
Si el error está en la válvula de tres vías tendremos también que estar atentos a que al activar el grifo de agua caliente no sea el agua de los radiadores la que se calienta. Una incidencia que también puede llevarnos a cometer errores al no diagnosticarla bien. Podríamos pensar que es una sonda que mide mal el agua y no llega a calentarla. Pero no. Esta reparación requiere cambiar la válvula.
No planificar bien el trabajo
Al final, tanto para realizar con éxito el primer diagnóstico como para dedicar el tiempo necesario a las reparaciones de fugas o al estudio del origen de los errores en las válvulas de seguridad, hace falta planificar nuestro trabajo con tiempo. Y para eso, tenemos que ser capaces de abordar con realismo cada jornada y así no generar falsas expectativas a los clientes.
Una planificación realista requiere dedicar a cada salida el tiempo mínimo que necesario para trabajar como profesionales. Si además prevemos tiempos muertos que amortigüen posibles incidencias de última hora, abordaremos nuestras jornadas con intensidad pero sin prisas.
No utilizar piezas originales
Y claro está, utilizar durante todo el proceso piezas originales ayudará a alargar la vida útil de las calderas de nuestros clientes y a realizar diagnósticos posteriores de una manera mucho más precisa bien sea para cambiar las pilas al termostato o para cambiar el quemador de gas de la caldera, por raro que sea.