El mantenimiento de las calderas requiere del seguimiento de unas normas y buenas prácticas relacionadas con el medio ambiente para evitar el impacto negativo en el entorno. Estas medidas incluyen diferentes aspectos, relacionados tanto con lograr una mayor eficiencia energética de los sistemas, como con el uso de materiales menos contaminantes y la gestión correcta de los residuos inertes generados. Llevar a cabo este tipo de acciones es una responsabilidad que los profesionales y empresas deben tomarse muy en serio.
Buenas prácticas para minimizar el impacto ambiental
A la hora de realizar reparaciones en calderas, existe un conjunto de prácticas que deben llevarse a cabo para minimizar la huella medioambiental. Este es un aspecto que está tomando cada vez más relevancia en nuestra sociedad, por ello, las empresas no pueden permitirse ignorar este tipo de medidas, tanto por razones normativas como por cuestiones relacionadas con la reputación y el valor añadido que ofrecen a sus clientes.
Existe un conjunto de buenas prácticas que conseguirán reducir en gran medida la contaminación del entorno y el impacto que generamos en el planeta, sin que suponga un gran esfuerzo. Las más importantes son:
- Minimizar en la medida de lo posible la producción de residuos.
- Fomentar el ahorro de materiales, agua y recursos energéticos mediante medidas que aumenten la eficiencia de los equipos.
- Utilizar productos no contaminantes siempre que sea posible, fabricados con un menor impacto ambiental y que permitan ahorrar recursos.
- Gestionar correctamente los residuos generados.
- Separar siempre los diferentes tipos de materiales para su reciclaje o correcta eliminación.
- En productos químicos, comprobar siempre el correcto etiquetado de los productos y optar por aquellos que sean más respetuosos con el medio ambiente, siempre que sea posible.
- Utilizar los productos químicos siguiendo las indicaciones del fabricante.
Qué hacer con los residuos generados
En las labores de instalación, mantenimiento y reparación de calderas se generan residuos inertes que no deben ser depositados en contenedores o vertederos comunes. Es el caso de materiales como los tubos de plástico y metal, aparatos, piezas y equipos. Cada uno de estos elementos debe separarse de manera correcta y depositarse en los contenedores habilitados para ello en los centros de tratamiento o de recogida selectiva de residuos.
En el caso de las calderas de gas domésticas, el único residuo tóxico que se genera es el de las aguas residuales ácidas, procedentes de las calderas de condensación. Estos condensados pueden dañar las tuberías de evacuación de metal y por ello habitualmente se utilizan tubos de polipropileno, que soportan bien la corrosión. Estas aguas son contaminantes para el medio ambiente, así que es muy recomendable tratar los condensados antes de que sean evacuados a la red general. Para ello, lo más adecuado es instalar un filtro que permita subir el pH de estas aguas residuales hasta conseguir un nivel neutro que sea inofensivo tanto para la instalación de tuberías como para el medio ambiente.
Este es un aspecto importante en la gestión responsable de los residuos, puesto que, a partir de la directiva europea de 2015, todas las obras nuevas deberán tener calderas de condensación. Pese a la generación de los condensados, cabe destacar que este tipo de calderas son mucho más respetuosas con el planeta, por diversos motivos. Por un lado, tienen un consumo energético más eficiente, reduciendo el gasto de recursos y la emisión de gases contaminantes, y, además, su vida útil es más larga. Este hecho implica que se utilicen menos materiales y se generen menos residuos derivados de cambiar el equipo.
Priorizando siempre la seguridad
En el mantenimiento y reparación de calderas, es esencial utilizar un buen equipo de trabajo y materiales de primera calidad para garantizar la seguridad, un elemento clave cuando estamos trabajando con gas. Por ello, siempre se debe utilizar mascarilla para evitar la exposición a gases tóxicos y comprobar correctamente la ventilación y la evacuación de gases.
En materia de seguridad frente a elementos tóxicos, las labores deben incluir la comprobación de una correcta combustión de la llama de la caldera para evitar la producción de monóxido de carbono. El profesional también debe realizar un control de los conductos de ventilación, que han de estar siempre libres para evitar posibles intoxicaciones en caso de fugas o escapes.
Seguir unas normas de seguridad y control de los residuos generados ofrecerá importantes beneficios para los profesionales y también para los clientes. Por un lado, asegurará el cumplimiento de las normativas establecidas en relación al tratamiento de residuos y, por otro, otorgará un valor añadido a nuestra empresa, puesto que podremos ofrecer un servicio más eficiente y respetuoso con el medio ambiente.