Las calderas atmosféricas fueron durante mucho tiempo la principal fuente de calefacción en el sector familiar y comercial. Sólo la llegada de las calderas estancas, y especialmente el arribo de las calderas de condensación, han logrado poner casi en desuso a las calderas atmosféricas. Sin embargo, el tiro de gracia a las calderas atmosféricas lo han dado las nuevas normativas españolas y europeas, que prohíben la fabricación de este tipo de equipos y su uso en instalaciones nuevas de calefacción (por motivos de seguridad del usuario y por la urgencia de reducir las emisiones contaminantes). Tomando en cuenta estas nuevas normativas, se hace necesario analizar el funcionamiento de las calderas atmosféricas en relación con otras de tecnología más avanzada, y comprender por qué no son eficientes en términos de combustible y de sostenibilidad.
¿Qué es una caldera atmosférica?
Toda caldera necesita incorporar aire para realizar la combustión. Las calderas atmosféricas son las que toman el aire para la combustión directamente del lugar en que se encuentren emplazadas (a diferencia de diseños de caldera más recientes, que toman el aire desde el exterior de la casa mediante un tubo).
Esto determina que el lugar donde esté la caldera atmosférica debe tener buena ventilación, además de que la eficiencia en la quema de combustible en este tipo de equipo no es muy alta, lo que es un grave inconveniente en términos de contaminación ambiental y de economía doméstica. A esto hay que sumar que la cámara de combustión de la caldera atmosférica no está aislada de la habitación, y ello pudiera insertar gases tóxicos para las personas.
Calderas atmosféricas: prohibidas por la ley
Todos los inconvenientes que acabamos de ver, han determinado que las nuevas normativas hayan prohibido el uso doméstico de las calderas atmosféricas desde el 1 de enero del 2010 (si bien la ley tuvo una moratoria de varios años, para permitir el tránsito gradual de una tecnología a la otra), y que también se haya prohibido la fabricación de este tipo de equipos desde 2015.
Ya no se puede instalar calderas de este tipo en espacios familiares, tanto en edificaciones nuevas como en reformas de edificaciones existentes. Si la familia posee una caldera atmosférica en uso desde antes de las normativas nuevas, no está en obligación de cambiarla, pero se recomienda su sustitución. Y en caso de instalaciones nuevas, se exige el uso de calderas estancas, de condensación o de muy bajo NOx.
Calderas atmosféricas: normativa nueva
Comentemos un poco lo que dicen las nuevas normativas españolas (Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios, conocido por sus siglas: R.I.T.E.) y europeas (Directiva ErP y Directiva ELD) sobre las calderas atmosféricas. El hecho es que quedan terminantemente prohibidas para uso doméstico. Solamente pueden utilizarse en salas de calderas que cuenten con una instalación especial de extracción de gases.
Según esta cita del R.I.T.E.: “Queda prohibida la instalación de calderas (...) de tipo atmosférico a partir del uno de enero de 2010”. Dadas las condiciones en que la actividad humana ha puesto al medio ambiente, se ha vuelto obligatorio apostar por las calderas de condensación, capaces de una eficiencia de combustible que siempre supera al 100 %, y capaces de reducir las emisiones contaminantes en nada menos que un 70 %.
Calderas atmosféricas vs. Calderas estancas
El rendimiento o eficiencia de combustible es la capacidad intrínseca de la caldera para convertir el combustible en calor. A mayor porcentaje, mayor eficiencia y menor poder contaminante. El porcentaje de combustible que no se quema, se incorpora a la atmósfera de forma contaminante. El ahorro económico resulta de tener que usar menos combustible para generar el mismo calor. La seguridad o toxicidad de la caldera están estrechamente vinculadas al diseño de su entrada de aire y de salida de humos. Tomando en cuenta todos estos parámetros, hagamos una breve comparación entre las calderas atmosféricas y las calderas estancas.
Eficiencia de combustible
Caldera atmosférica: Entre 70 y 90 % (el porcentaje exacto varía según la marca o el modelo).
Caldera estanca: Más del 105 % (el porcentaje exacto varía según la marca o el modelo).
Ahorro económico
Caldera atmosférica: Ningún ahorro. Más bien todo lo contrario: las calderas atmosféricas derrochan el combustible. De un 10 a un 30 % del combustible por el que pagas, no es quemado ni aprovechado por la caldera, y sólo es emitido sin quemar al medio ambiente para contaminarlo.
Caldera estanca: Por lo general este tipo de caldera supera el 100 % de eficiencia energética. En especial si la caldera es de condensación, su diseño recicla el calor y genera más calefacción y agua caliente que las que el poder calorífico intrínseco de la misma cantidad de combustible generaría en otro tipo de caldera.
Seguridad o toxicidad
Caldera atmosférica: La cámara de combustión no está aislada del local donde esté emplazado el equipo, lo que supone un riesgo tóxico para los usuarios. Se pueden emitir gases directamente en la estancia, y eso es peligroso si no se cuenta con un sistema de extracción de gases.
Caldera estanca: La cámara de combustión de la caldera queda totalmente aislada del local (esto es, por definición, una caldera estanca), así que se considera un equipo con la máxima seguridad posible para los usuarios. Los gases de la combustión nunca entran en contacto con las personas.
Entrada de aire y salida de humos
Caldera atmosférica: El aire de la combustión se toma directamente de la estancia, y los humos residuales de la combustión deben salir espontáneamente, lo cual es fuente de riesgos.
Caldera estanca: La caldera se conecta con el exterior únicamente por medio de tubos que insertan el aire y expulsan los humos movidos mediante una turbina que fuerza el movimiento de los gases.
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